El Viernes Santo es el primer día del tránsito de Jesús a través de la muerte a la nueva vida. Toda la jornada está centrada en la cruz del Señor, pero no con aire de tristeza: la comunidad cristiana proclama la Pasión del Señor y adora su cruz como primer acto del Misterio Pascual.
Las vestiduras litúrgicas ya no son moradas, como en Cuaresma, sino rojas, color de las celebraciones de los mártires, recordando que Jesucristo, Sumo Sacerdote, se ha entregado voluntariamente a la muerte para salvar a todos.
Es día de ayuno, que simboliza que la comunidad cristiana sigue el tránsito de su Señor a través de la muerte, con un aspecto particular: la Iglesia también ayuna de sacramentos. Este ayuno también se refleja en el carácter sobrio de la celebración: no hay flores, el sagrario está vacío, la celebración comienza sin canto alguno...
Salmo: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu (F. Castedo)
Versículo: Cristo se sometió (J.M), 39
Respuestas corales: (F. Castedo), 134
Aclamación: ¡Mirad el árbol de la Cruz!
Adoración: Pueblo mío (F. Castedo), 143
Ierusalem, Ierusalem (M. Manzano)
Comunión: Ved la cruz de salvación (Coral del s. XVIII), 186
Popule meus (Tomás Luis de Victoria, 1549 – 1611)
Salmo responsorial: "Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu" (F. Castedo).
Versículo antes del evangelio "Cristo se sometió..." (J. M.).